
La suma de las edades
¿Por qué esperamos recordar todo?
¿Por qué olvidamos lo que nos ha marcado: inocencia, juegos, lágrimas y silencios?
¿Es el olvido la condena que el tiempo nos impone?
El remedio contra esa sentencia sería con certeza atesorar en fragmentos de memoria pequeñas piezas de un todo que a su vez repliquen en formas, sonidos, momentos pausados, sin aliento.
¿Dónde huyen esos instantes cuando la cordura parece hacerse polvo?
¿Y si eso es todo lo que existe? Un gran sorbo que asemeja la vida, para todo, para la eternidad misma que devoramos, aún para ello hay tiempo, la mente recorre laberintos interminables.
Busco, busco tocando sin mirar atrás.
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