Elvia Susana Delgado Rodríguez, Adriana Sandoval Moreno, Daylin Ortega Carulo

La historia de la humanidad ha estado estrechamente ligada al uso, control, apropiación y comercialización de los bienes naturales. Ese vínculo ostenta su máxima expresión bajo el manto discusivo y práctico de un sistema económico capitalista, que es antagónico a la naturaleza y a la vida humana.

Este modelo económico ha permeado desde lo local hasta la escala planetaria para obtener ganancias incesantes y magnificar el capital financiero a través de la sobreexplotación del trabajo, el saqueo, el extractivismo, el despojo de territorios, bienes comunes y del medioambiente.

Ligado a ello, ha generado mecanismos de adjudicación de las varias formas de las fuerzas productivas, procreativas y reproductivas que se pueden encontrar en el mundo.

El resultado de este frenesí es una lógica de poder que promueve el despojo, el extractivismo y sus novedosas modalidades calificadas como neoextractivistas. Estas implican —además de comercializar todo— el consumismo; la deshumanización; la desvinculación con la naturaleza y la descomposición social, expresada en la agudización de fenómenos como la violencia estructural, la desigualdad e injusticia social, la estructura patriarcal, la negación de la otredad, la concentración del poder y la inseguridad e inequidad sin parangón.

Además, se aviva el consumo excesivo, la generación de desechos y contaminación, las modificaciones genéticas de semillas y alimentos, y los daños a los ecosistemas, como la fractura hidráulica y la minería a cielo abierto. Todos ellos son ejemplos de las nuevas formas de concepción y utilización de la naturaleza que repercuten en la devastación ambiental y generan zonas de sacrificio y desplazamientos involuntarios.

En un mundo desigual, las múltiples afectaciones marcan amplias diferencias entre quienes se benefician y quienes son despojados. Los datos de los censos agropecuarios de 15 países muestran que "en conjunto en la región, el 1 % de las fincas de mayor tamaño concentra más de la mitad de la superficie agrícola. Dicho de otro modo, el 1 % de las fincas acapara más tierra que el 99 % restante" (Oxfam, como se citó en Svampa, 2019, p. 120).

Maristella Svampa registró conflictos en Latinoamérica a través de diversas fuentes. Anota que "durante el periodo 2010-2013, el mapa identificaba, al menos, 226 conflictos socioambientales en territorios indígenas de América Latina, asociados a proyectos extractivos de minería e hidrocarburos" (Svampa, 2019, p. 59). Hasta "enero de 2017, había 217 conflictos, que involucraban 227 proyectos y 331 comunidades. Los países con mayor cantidad de conflictos son Perú (39), México (37), Chile (36), Argentina (26), Brasil (20), Colombia (14) y Ecuador (7)" (Svampa, 2019, p. 47).

En México, del 2000 al 2016 se contaron 528 proyectos de impacto ambiental por sector de actividad económica, pero no se da cuenta de las afectaciones y límites o sanciones; tampoco hay información accesible sobre el cumplimiento de los protocolos preventivos y de remediación (Sandoval et al., 2019, p. 117).

Por otro lado, "sólo en 2016, de 200 asesinatos a activistas ambientales 60 % tuvo lugar en América Latina, cifras que se replicaron en 2017" (Svampa, 2019, p. 71). Entre 2011 y 2016, organizaciones de derechos humanos registraron 1 700 agresiones a mujeres ambientalistas en América del Sur y América Central (Svampa, 2019).

Ante estas realidades complejas, desde distintos sectores sociales y del mundo académico, han surgido en las últimas décadas diversos planteamientos sobre la defensa de la vida, de los bienes comunes y de la tierra, así como la gestión de abajo hacia arriba de los territorios, las luchas anticapitalistas y antipatriarcales, y otras propuestas transversales.

El concepto de despojo ha tenido diversos abordajes dentro de la academia y ha sido aplicado a casos de estudio que dan cuenta de realidades complejas entre los actores del despojo y los grupos despojados, así como de las peculiaridades del territorio codiciado por sus bienes naturales y culturales a partir del extractivismo y neoextractivismo.

Emblemático es el trabajo de David Harvey (2004) para identificar la lógica extractivista como "acumulación por desposesión". Desde esta propuesta se han explicado diversos estudios en los territorios donde entidades económicas entrelazadas de manera escalar implantan modos de despojo a través de megaproyectos o actividades económicas expansivas, igualmente extractivas y con efectos negativos en los ecosistemas, que trastocan las dinámicas sociales en los territorios.

Martínez Alier (2015), desde la ecología política latinoamericana, explica cómo el poder político incide en los conflictos socioambientales: "El término designa un amplio movimiento social y político por la justicia ambiental que es más fuerte en América Latina que en otros continentes. Este movimiento lucha contra las injusticias ambientales en ámbitos locales, nacionales, regionales y globales" (p. 68). Desde estos movimientos y las situaciones de conflicto que visibilizan, se destaca su carácter sistémico, pues "han desarrollado todo un repertorio de acción colectiva, múltiples lenguajes de valoración y un vocabulario propio" (Martínez Alier, 2015, p. 57). En este marco, "en el sur se amplían las resistencias sociales, al compás de la geografía de la extracción" (Svampa, 2019, p. 88).

El número 12 de la revista Punto Cunorte está integrado por siete trabajos que abordan el despojo desde diversas perspectivas disciplinares y metodologías, desde la geografía, sociología, política, psicología y etnografía. A continuación, se hace una breve presentación de estos artículos con el fin de orientar sobre el contenido.

Los estudios de caso se localizan en Oaxaca, Michoacán, Jalisco, Veracruz y Zacatecas, además de uno en Perú. En Oaxaca se analiza el despojo por parte de los megaproyectos eólicos; en Michoacán, por las agroempresas transnacionales, inversionistas en turismo y desarrollos inmobiliarios; en Zacatecas, por la invasión de tierras a partir de una presa; en Jalisco se muestra, por un lado, un despojo histórico para el caso de las comunidades wixaritari (a partir de la dimensión psicosocial) y, por otro, las comunidades rurales en transformación y las afectaciones a las juventudes; en Veracruz, los cafeticultores son una muestra de la resistencia socioambiental; en el norte andino del Perú, las mujeres, a través de las canciones, se suman a las protestas contra la instalación de una mina a cielo abierto de oro y cobre.

La primera colaboración es de Andrea Samaniego Sánchez y Eduardo Torres Alonso, "El debate teórico sobre el medioambiente en México y su ejemplo en la Presa de El Pedernalillo en la Zacatecana, Guadalupe". En ella, se trata la gestión de los conflictos sobre el medioambiente en México, enmarcada en la lógica de la globalización y el capitalismo tardío.

Analizan el caso de la presa El Pedernalillo en Zacatecas, contaminada por la actividad minera de la plata y su relación en la afectación a la salud de los lugareños. Esta situación motivó a una resolución para el manejo adecuado de las sustancias químicas a través de un plan de acción que inició en 1998. Sin embargo, no se realizaron acciones de limpieza ni de recuperación del medioambiente, por lo que las afectaciones a la salud persisten. El trabajo cuestiona la inacción de las autoridades y las razones de los pobladores para impedir la intromisión de actores externos.

Agustín R. Vázquez García es el autor del segundo artículo, "Despojo y resistencia en el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, en la era del ‘capitalismo ecológico’". El autor brinda un análisis desde la crítica de la economía política marxista, problematizando el capitalismo "ecológico" como un juego más de la acumulación original y por desposesión.

Presenta el antagonismo entre la riqueza comunitaria, encarnada por la resistencia, y la riqueza-mercancía del Estado-capital. Aborda las diferentes perspectivas sobre el viento: para la empresa es una mercancía y para las comunidades es un bien común. Además, relata el proceso histórico del conflicto, desde el 2006, cuando se inauguró el parque eólico, acompañado de la resistencia de ejidatarios, entendida como un acto político frente a la represión y coerción de la empresa eólica, que no ha podido desplazar a la acción comunitaria en el Istmo.

Damián Xotlanihua Flores propone una "Metodología para el análisis del paisaje cafetalero como un sistema de autoprotección ante crisis ambientales en Tlecuaxco, Veracruz". La actividad cafetalera es una de las más importantes en la agricultura mexicana. El cultivo del café está basado en los conocimientos de los pequeños productores de pueblos originarios; sin embargo, enfrentan una prolongada crisis socioambiental a consecuencia de la enfermedad de la roya, que afecta la productividad y por tanto la economía de los productores. Frente a esta crisis, los saberes locales y las prácticas asociadas son una estrategia de resistencia evidenciada en el paisaje proveedor de distintos recursos.

Por ello, desde la perspectiva de la geografía humana, propone una metodología para el análisis del paisaje a partir de mosaicos paisajísticos o agroambientes, que incluye las interacciones socioespaciales agrícolas. El autor concluye que en Tlecuaxco cultivar café bajo sombra de policultivo tradicional y rusticano tiene principios similares a la agroecología; en sí, es una resistencia a la crisis ambiental.

El cuarto trabajo, "Desarrollo y despojo en la agricultura, una visión intergeneracional desde la condición juvenil rural", escrito por David Sánchez Sánchez, alude que el sistema agroalimentario mundial se ha impuesto como modelo de desarrollo y ha generado procesos de despojo en las comunidades, con efectos nocivos a la salud, al medioambiente y a las relaciones sociales, afectando a las nuevas generaciones. Analiza una comunidad ranchera de Jalisco y plantea una perspectiva analítica de lo juvenil a partir de tres dimensiones: la estructural, la territorial y la intersubjetiva. Revisa el concepto de lo "rural" y la "condición juvenil rural", así como los discursos y las prácticas del desarrollo, como el de la revolución verde y el agronegocio, las cuales generaron procesos de devastación ambiental, despojo, descampesinización y erosión de la vida digna para infantes y jóvenes que viven en los territorios rurales.

Adriana Sandoval Moreno, en su trabajo "Procesos de despojo silenciosos en la ribera del lago de Chapala", analiza "los procesos de despojo de bienes naturales a partir de la apropiación y exclusividad de sus beneficios por parte de inversionistas en el territorio, afectando a las comunidades ribereñas del lago". Propone el concepto de "despojo silencioso" como el "proceso de apropiación de bienes naturales y descomposición de modos de vida arraigados al territorio. Mediante el ejercicio del poder, legal o no, [del] apropiador".

La sexta participación es presentada por Elvia Susana Delgado Rodríguez, Iker Javier Pulido Rodríguez y Miriam Yolanda Arriaga Tapia: "Aproximación a la dimensión psicosocial del despojo en comunidades wixaritari del norte de Jalisco". El trabajo aborda el origen histórico del despojo de territorios en las comunidades wixaritari y las posibles repercusiones de este hecho a nivel psicosocial, el cual implica acercarse a sus efectos, sobre todo negativos. Desde este enfoque, apuntan que, a partir del trauma psicosocial, entendido como "una especie de herida a los tejidos básicos de la vida sociocomunitaria, provocada por eventos violentos o por situaciones permanentes de violencia política", se explican "procesos de rebeldía, resistencia, resiliencia, adaptación, resignación, fatalismo, victimización, entre otros, que van contribuyendo a la conformación de la identidad de dichas comunidades". Para el caso de las comunidades wixaritari, desde el siglo XVIII, el desplazamiento-reubicación supone una estrategia de reducción, al concentrarlos en poblados (misiones-presidios) sin importar su origen étnico; con ello, nulifican las distintas identidades socioculturales que coexistían en la región. También es el inicio de los conflictos por la defensa del territorio, a partir del despojo histórico del territorio wixárika o kiekari (diversas formas de apropiación de una porción de la superficie terrestre), hasta nuestros tiempos.

La última aportación, desde la etnografía, es de Adriana Paola Paredes Peñafiel, quien analiza un conflicto socioambiental minero a través de las narrativas de lucha. El trabajo "El lamento de Mamacocha: política y canto de las mujeres campesinas cajamarquinas contra el proyecto de minería Conga" estudia las canciones de las mujeres campesinas en Cajamarca, en el norte andino del Perú, como un impulso de lo que anima para que la vida fluya, frente a un escenario de protesta y defensa de los lugares de agua y su circulación en los flujos por ríos, lagunas y el riego de cultivos de papas. Las preguntas planteadas son: ¿existen paralelos ente el cantar de esas mujeres y la circulación de las aguas?, ¿será que el canto también alimenta y debe circular para alimentar?, y ¿por qué el canto es compartido con las investigadoras? Se analiza la protesta de los campesinos y campesinas del caserío El Tambo contra la instalación de una mina a cielo abierto de oro y cobre en la región del Conga. Las mujeres, a través de las canciones, muestran la "circulación, fluidez y vitalidad" para "parcialmente" entender la agonía de la laguna Mamacocha. Parte de las conclusiones es que existen paralelos cuando las canciones son lanzadas y compartidas para y con los otros; para ellas, los cantos deben circular y animan a luchar.

Los trabajos que integran este número son evidencia de la pluralidad de expresiones del despojo a partir de la lógica globalizada que afecta principalmente a los pueblos originarios, a los entornos rurales y se extiende a los habitantes de las zonas más vulnerables de las ciudades y las metrópolis; mina y en no pocos casos, destruye las posibilidades de estabilidad social, económica, política, cultural, psicosocial, entre otras, de las personas y las colectividades.

Desde luego que el concepto de despojo no está agotado, pero a partir de estos casos nos provoca a continuar indagando en las aristas posibles que compone la lógica y los mecanismos de quienes operan acciones de despojo, así como las construcciones individuales y colectivas de defensa y resistencia; además de poder conocer las posibilidades de relectura y alternativas ante la pérdida, la violencia, la transformación del territorio, el deterioro ambiental y de las dinámicas regionales. En este contexto, los estudios destacan el papel de los pueblos indígenas, de las mujeres, de las comunidades rurales y de los grupos en condiciones precarias, los cuales están tomando la voz junto con acciones colectivas de resistencia.

Despojo, medioambiente y resistencias son una triada que cada vez más tiene relevancia en los estudios interdisciplinarios, especialmente en Latinoamérica. Los numerosos casos de despojo son producto del modelo capitalista globalizado en contubernio con funcionarios y grupos en el poder que buscan acumular por desposesión. En contraparte, los grupos locales, indígenas, mujeres, jóvenes y campesinos, por señalar algunos, a través de la protesta llaman a significar el valor de la vida integral, en todos los componentes característicos de cada territorio. No tenerlos, negárselos o arrebatarlos son modos de despojo y de violar su derecho a la vida.

REFERENCIAS

Harvey, D. (2005). El "nuevo" imperialismo: acumulación por desposesión. Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.

Martínez Alier, J. (2015). Ecología política del extractivismo y justicia socio-ambiental. Interdisciplina, 3(7), 57-73. http://www.revistas.unam.mx/index.php/inter/article/view/52384/46761

Sandoval, A., Ávila, P., Pablos, J. & Pelayo, C. (2019). Estudio sobre protección de ríos, lagos y acuíferos desde la perspectiva de los derechos humanos. Comisión Nacional de los Derechos Humanos. https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/doc/informes/especiales/estudio_rios_lagos_acuiferos.pdf

Svampa, M. (2019). Las fronteras del neoextractivismo en América Latina. Centro Maria Sibylla Merian de Estudios Latinoamericanos Avanzados en Humanidades y Ciencias Sociales. https://library.oapen.org/bitstream/handle/20.500.12657/25058/9783839445266.pdf?sequence=1&isAllowed=y

 


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Punto CUNorte, año 6, núm. 12, enero-junio 2021, es una publicación semestral editada por la Universidad de Guadalajara, a través del Centro Universitario del Norte, Carrete­ra Federal 23, km 191, C.P. 46200, Colotlán, Jalisco, México. Tels. +52 (499) 992-1333 / 992-0110 / 992-2466 / 992-2467 / 992-1170. http://www.cunorte.udg.mx/, puntocunorte@cunorte.udg.mx. Editor responsable: Elvia Susana Delgado Rodríguez. Número de Reserva de Derechos al Uso Exclusivo del Título de la versión electrónica: 04-2018-032314465900-203, e-ISSN: 2549-1852 otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsables de la última actualización de este número en la versión electrónica: Coordinación de Tecnologías para el Aprendizaje. Fecha de la última modificación: 19 de marzo de 2021. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicación.


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