Luis Alberto Martínez Eufracio, Sergio Mejía Perez
Kauyumari, el venado guardián de Bolaños

Al norte de Jalisco se asoma un gran venado con una portentosa cornamenta. Su cuerpo está grabado con rombos y otras figuras geométricas en tonos de color amarillo, blanco, rojo y negro. Se yergue sobre un pedestal como un centinela, un vigía que está atento a cualquier amenaza. Es Kauyumari, el espíritu intérprete de los dioses que alimentan la cosmogonía del pueblo wixáritari. Está ahí para custodiar el inmenso paisaje que se despliega en el cañón de Bolaños, una de las tres puertas de acceso a la Sierra Huichola. Las otras dos entradas se localizan en los municipios de Mezquitic y Huejuquilla. Kauyumari voltea hacia una cúspide, donde según la tradición wixaritari comenzó la creación del universo. Es una escultura gigante que mide aproximadamente siete metros desde la base del pedestal hasta la punta de los cuernos, y se localiza al pie de carretera a unos cien metros de entrada al pueblo. La obra monumental fue inaugurada el 25 de octubre del 2014. La idea fue concebida por un grupo de artesanos wixaritari de la localidad para atraer el turismo y activar la economía de la región. Acordaron que tenía que ser una figura representativa de sus tradiciones. Pensaron en una águila, una serpiente, un alacrán, un peyote y una planta de maíz, todos estos elementos sagrados en su cultura, y al final se decidieron por la réplica de un venado. También hubo un debate de cómo debía ser instalada, si dando la bienvenida de frente a los visitantes o viendo hacia el punto sagrado que los wixaritari llaman Niérika. El presidente municipal de Bolaños, Óscar Hernández, es uno de los artesanos que participaron en esa obra. Dice que la posición del venado evoca ese momento en que es descubierto cuando salen de cacería para llevarlo a las ceremonias.

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"Cuando uno anda de cacería siempre corre hacidonde se va el sol, y este venado se ve como si hubiera sido correteado acá de los cerros, como que iba corriendo. En esa rampa le vamos a hacer las huellas como que si por ahí hubiera subido y ahí se hubiera quedado", exclama. El sitio al que mira es Niérika, la punta más alta de la serranía que es atravesada por los rayos del sol. Luz María Chapela, en su libro Wixárika, un pueblo en comunicación, (Secretaría de Educación Pública, 2006), describe a Niérika como un sistema que permite a los wixaritari entrar en contacto con sus antepasados, con la vida misma, con la historia de su pueblo, y con toda la sabiduría acumulada en su universo. "Es como un velo sutil, casi imperceptible. Por el Niérika los wixaritari se asoman al mundo de los dioses, el mismo mundo de sus antepasados, y los dioses se asoman al mundo de las personas y a la naturaleza", describe. La tarea de cristalizar el proyecto quedó en manos de dos artesanos de la región conocidos como Faustino Chino González, Daniel Chino Chino, y del propio presidente municipal de Bolaños. Este último buscó el apoyo del director del Instituto de Artesanía Jalisciense (IAJ), Camilo Salvador Ramírez Murguía, quien es escultor y se encargó de moldear la figura. "El venado es algo mágico para nosotros, es la magia de la cultura wixárika; el venado significa mucho para nuestra cultura, es nuestro guía, es nuestro maestro, es el que nos enseña el camino bueno, desde nuestras actitudes, desde que nos espera el día de mañana", dice el alcalde.

"Cuando uno anda de cacería siempre corre hacia donde se va el sol, y este venado se ve como si hubiera sido correteado acá de los cerros, como que iba corriendo."

Durante el año de 1780, Bolaños llegó a tener una población cercana a los 17 mil habitantes por la abundante producción de plata, lo que representó el 20% de todo lo que se extraía en la Nueva España. Actualmente, según el último censo del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) la población apenas supera los seis mil habitantes. La actividad minera que identifica históricamente a Bolaños desde la llegada de los españoles en el siglo XVI no se refleja en el nivel de vida de los pobladores. Bolaños es, junto con Mezquitic y Santa María del Oro, uno de los tres municipios más pobres de Jalisco; sin energía eléctrica, viviendas con pisos de tierra, y una tasa alta de analfabetismo. El Sistema Nacional de Información Municipal reporta que del 2000 al 2010 los niveles de pobreza se acentuaron considerablemente en estas entidades. Es así que Bolaños retrocedió 451 lugares, pues en el 2000 se encontraba en el sitio número 507 de los municipios más pobres de México; y una década después, se sitúa en el lugar 56 a escala nacional. El Consejo Nacional de Población y Vivienda (Conapo) también da cuenta de esa realidad, y en uno de sus estudios, que data del 2010, califica a esas entidades como de "muy alta marginación". La pobreza en la región norte de Jalisco pareciera un fenómeno endémico. El diario La Jornada resalta en una de sus notas (19 marzo 2007) que los niveles de pobreza, migración y rezago se dispararon en los sexenios de los gobernadores panistas, Francisco Ramírez Acuña y Emilio González Márquez, y parecen continuar a la deriva. Las cifras no son alentadoras. Hasta el 2005, el 22.07% de la población de Bolaños mayor de 15 años era analfabeta; 51.17% de la población mayor de esa edad no había concluido la primaria; 48.69% de las personas vivía en viviendas sin drenaje ni servicio sanitario; 40.59% de las casas carecían de energía eléctrica; 50.24% no tenía agua entubada; 56.9% vivía en hacinamiento; 49.14% vive en casas con piso de tierra y 40.49% de la población trabajadora tenía ingresos no mayores a dos salarios mínimos. El presidente municipal conoce la situación de raíz. Dice que la zona norte del estado se encuentra en completo abandono, nadie voltea a verla. Por eso es que la instalación de la escultura del venado refleja esa necesidad de que la gente se entere al menos de su existencia cuando pase al pie de carretera. Cuenta con entusiasmo que él mismo se subía todas las tardes a pegar las piezas de chaquirón que les patrocinó Minerales y Minas Mexicanas, una empresa minera de origen nacional que se localiza en Bolaños. El material lo elaboró una fábrica a base de canicas aplastadas, porque la chaquira tradicional es un producto que no resultó adecuado para esa obra que está a la intemperie.

El director del IAJ, Camilo Salvador, calcula que tendrán que pasar alrededor de 50 años, antes de que sea necesario darle mantenimiento a la escultura. No tiene idea de cuántas piezas utilizaron, sin embargo, hace cuentas y dice que se llevó más de cien cajas, cada una con un peso de 20 kilogramos, con chaquira en color rojo, negro, blanco y amarillo.

VENADO DOSNo es el único monumento que habrá de instalarse. Al corte de esta edición, el IAJ y los alcaldes de Mezquitic y Huejuquilla preparaban la colocación de un árbol natural grabado y cubierto del mismo material en la primera entidad, y la figura de un marakame de cinco metros de altura en la segunda. El marakame representa el arquetipo del hombre sabio que intercede entre el mundo terrenal y el de los espíritus. De esta forma estarían cubiertas las tres puertas de acceso a la Sierra Huichola con una escultura con simbología propia de la comunidad indígena.

En Huejuquilla está previsto, además, la instalación de una escultura en bronce de Valentín de la Sierra, aparente cabecilla del movimiento cristero, cuyas andanzas están narradas en el corrido del mismo nombre. El presidente de Bolaños tiene otro sueño: convertir al municipio en Pueblo Mágico, pues asegura que sus valles, mesetas, montañas y edificios coloniales del siglo XVI y XVII alcanzan para eso. Dice que tiene el apoyo de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para lograrlo. La instalación de esta monumental escultura influye en el imagen del pueblo colonial. Desde ahora el paisaje de Bolaños luce distinto. Kauyaumari refleja y reafirma la identidad de los pobladores, aun por encima de otros posibles símbolos mestizos.

 


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